Lima, 06 de Noviembre del 2020
Querida Madre:
Sé bien que no puedes leer, ni en
el cielo hay internet, pero hoy que mis brazos vuelven a obedecerme quiero
escribirte, y porque quiero imaginar que seguimos conversando como aquellas
noches que después de ver algún programa televisivo, solo como pretexto, porque
ni tú ni yo le prestábamos atención, tal vez tú entre la tristeza de ir
contando los días como quien cuenta gotas del gotero o pensándonos con el
abrigo de tu amor, y tal vez yo
divagando entre la tristeza de tenerte cerca y sentirte distante, y a veces
entre la pasión que despertabas por la poesía, en mí; (¿sabes que ya no más?,
Siento decepcionarte, estoy haciendo esfuerzo para abrazarme a ella nuevamente
como me lo pediste); Retomando, hablábamos hasta casi asomarse la aurora, y hoy
quiero conversar contigo, ojalá un día lo puedas leer, aunque ya lo sabes, lo
hablamos muchas veces, ahora que es más distante tu imagen, siento que se me va
alejando de a poquito, y me resisto, así que todos los días me preguntó ¿Cómo
te recuerdo?, Y bueno me vienen muchos recuerdos, Todos entremezclados, no seré
cronológica, aunque mí perfeccionismo me tortura, pero hoy quiero que fluya, lo
que se venga a mí memoria con la emoción que acompañe esas imágenes, recuerdo
por ejemplo, que al abrir mis ojos veía tu silueta y entonces mi despertar era
calmo, sereno, en paz, muchas veces
volvía a cerrar los ojos, contrario a cuando no estabas en el horizonte de mí
mirada, entonces trataba de encontrarte en tus pasos o algún ruido en la
cocina, o tal vez en la sala, y si no te hallaba, agudizaba mis oídos para
atender cualquier ruido en el baño o el garage que estaban más lejos, ya al
oírte me quedaba tranquila, y si había pasado mucho tiempo hasta encontrarte
terminaba levantándome de la cama. Este recuerdo me lleva a otro mucho más
atrás pero más presente, ¿por qué será
que los recuerdos más lejanos son los más claros?, no lo sé, recuerdo que me
cantabas con amorosa voz, porque así me tratabas con mucho amor y delicadeza
como si me fuera a romper, eras la única que entendía la fragilidad de mi
corazón,
Y yo me regocijaba en tu canto
“Susanita se paseaba en un barco
depapel, sus amigos le decían ay Susana me muero por ti!"
Y luego reíamos, yo volaba mi
imaginación viéndome deslizarme en un lindo barco de papel que nunca se
humedecía.
¿Qué más recuerdo?, muchos
momentos, todos se vuelcan como una avalancha de imagenes, en este momento,
todos viene para agudizar más mi soledad y el frío que se siente con tu
ausencia.
Recuerdo, de aquel día que te
inmolaste para evitarme dolor, siempre cuidando mi corazón y mi alma,
Ese día al volver a casa después
del colegio como todos los día corrí a ver a Tobby, mi cachorrito color
caramelo. Y esta vez para mi sorpresa no estaba, me asuste y corrí a
preguntarte, y es que ya estaba enfermito (de tristeza, es que al empezar las
clases de abril, se quedó sin su compañera de juegos y sufrió era muy pequeño
para ese dolor), me dijiste, con algo que vi en tu mirada pero no lo entendí,
era muy pequeña, me contaste que una Señora muy acomedida se lo había llevado
para curarlo, una señora de la que no sabias nada, ni su nombre ni su dirección
o si era veterinaria o no, nada, pero esa fue tu salida, y yo no podía entender
como habías creído en una desconocida, siendo tú la mamá, si yo no lo creía, y
claro, pasaron los días, las semanas y tu respuesta siempre era - tranquila, ya
lo va a traer-, y tu estrategia era que con el tiempo me olvidara, luego llego
otro perrito para calmar mi tristeza, pero sabes?, tenía una memoria diestra ya
de pequeña, y no olvidé nunca, recuerdo que al crecer te pregunte nuevamente
pero ya con menos credulidad, y recuerdo que siendo adulta entendí tu gran
amor, pero necesitaba la verdad, tenía un dolorcito por no saber el destino de
aquel perrito, y te pedí que por fin me
dijeras por qué me ocultaste y tú, madre protectora se te entristecieron los
ojos y las dos compartimos la pena, cuando me confesaste que ese día a la
vuelta del colegio había muerto Tobby y aunque la mentira también duele,
entendí perfectamente tu inmenso amor, preferiste que me enojara contigo todo
este tiempo, preferiste que me albergara la duda antes que se materialice el
dolor, y entendí Madre todo lo que estabas dispuesta hacer por nosotras, nunca
más volví a dudar de tus intenciones, y te lo agradecí, sellamos ese pasaje con
un beso y un cese de lágrimas. Aquí debo agradecerte por todos los animales que
me permitiste llevar a casa y que fueron muchos, finalmente quien los atendía
con mayor frecuencia eras tú, y quien entendía mi empatía con ellos también
siempre eras tú. Lamento que no tengamos fotos juntas de esas épocas, estoy
buscado y recuerdo que rehuías a las fotos, después con el tiempo fuiste
cediendo a nuestra insistencia, siempre doblegabas tus negativas por tus hijas,
ojalá hubiera insistido más, la culpa es mía y me entristece.
Siguen viniendo los recuerdos ,
que llegan más rápido de lo que mis
torpes dedos eligen las teclas para escribirlos y mis ojos llorones pueden
distinguir las letras, son tantos, pero déjame seguir.
Recuerdo que solíamos ir a la
feria a comer helado natural, saludable, me gustaba engreírte y tu disfrutabas
eso, y yo era feliz, podía ver tu rostro de niña disfrutando de tu helado de
leche de almendra y stevia, y sentadas en el banco del parque entre helado y
poesía que también me encantaba leerte o recitarte, porque tu eras una
excelente oyente, sabías escuchar con el corazón, esos momento son inolvidables
para mi, por la emoción que aun reviven, desde que te fuiste la poesía ya no es
la misma, eras mi musa de inspiración, ¿Qué haré sin el viento que elevaba mis alas?,
¿Qué haré sin esa alma gemela?, que
apropósito estoy convencida que la gente busca erróneamente un alma gemela en el lado equivocado, si la
conocemos desde el nacimiento, no hay alma más acompasada con la de uno que el
alma de su madre, tu eres la mía.
Solíamos pensar muy similar, muy
disciplinadas, no dejar las cosas a medias, ser honestas pero sobre todo
íntegras, y por eso teníamos el mismo carácter, o tal vez tu moldeaste el mío,
no sé; nos molestaba mucho la desidia, la falta de empatía, aunque los demás no
lo fueran con nosotras, nosotras siempre lo éramos con los demás, nos molestaba
la ociosidad, la sinvergüensura, bueno eran muchas cosas que nos molestaba,
pero nos entendíamos perfectamente.
Y yo me solidarizaba con tu
rabia, y la hacía mía, aunque trataba de calmarte y hacer que desestimes todo
lo que te molestaba, es que yo solo quería verte feliz, esa era mi única misión
en esta vida, y nadie me la impuso, tú te lo merecías, todas mis fuerzas, mis
pensamientos siempre estuvieron contigo y para ti, y tú lo sabías sin yo
decírtelo, mi cómplice perfecta.
Cuánto te extraño incluso para
extrañarte, para pensarte, para llorarte y sobre tu regazo sentir la calma solo
cuando tu mano amorosa tocaba mi cabeza, acariciaba mis cabellos, que recuerdo
bien de niña me los peinabas con amor y esmero, esas coletas que me hacías tan,
pero tan tensas que casi se me arrancaba el cabello de la frente, y claro yo te
reclamaba, pero igual me gustaba que quedaba lindo mi peinado, siempre pulcra,
Solías decir “ la gente puede ser
pobre pero siempre limpia, bien peinada y decente”, eso lo tenemos claro,
aunque ya de grande me solías increpar, siempre con dulzura, que no me peinaba, y yo juraba que si me
peinaba, pero mi cabello era rebelde y se expandía sin límites, y tú con una
mueca entre disconformidad pero aceptación no decías más, ¡te juro que era
cierto mamá, sí me peinaba!, aunque por ti me hubieras armado las trenzas hasta
los 30, ahora sonrío porque parece que de verdad conversamos como aquellos días.
Gracias por tanto amor, por tanta vida a mi lado,
Recuerdo muchas cosas, sabes?,
aunque no podré plasmarlos todos ellos en texto, son mucha vida triplicada,
porque además compartimos muchos viajes, y yo lo celebro, me felicito y te
agradezco por cada uno de los viajes que realizamos juntas hasta tus últimos
días, Cusco tu sueño que me lo habías ocultado hasta entonces, gracias al cielo
que hubo tiempo, infinitas gracias por ese paseo en la montaña muy a mi estilo,
haciendo senderismo, y no te vi ni un pestañeo de cansancio o de sufrimiento, a
veces creo que me lograste engañar muy bien, porque no podía presagiar que en
tan corto tiempo luego te marcharías para siempre, al menos físicamente, es
increíble que lograste llegar hasta aquella catarata desafiando a la altura, el
vértigo, la ligera falta de oxígeno, burlando lo agreste del camino, ahora que
lo pienso y pienso, creo que realmente lo hiciste por regalarme ese momento,
sabes que en tus días finales, yo pensaba “Madre trata de dejarle a tus nietos
los más lindos recuerdos”, pero creo que leíste mi mente como siempre lo hacías
y me dejaste a mi los más hermosos recuerdos, ahora lloro querida Madre, no
puedo entender de dónde salen estos seres tan hermosos, Las Madres, La mía con
tanto amor tanta sabiduría no puede albergar en tan pequeño cuerpecito.
Te lloro madre, pero con
gratitud, con paz, y con más gratitud, ojalá yo haya recompensado un poco
de todo lo que tú me diste, al menos ese
fue mi anhelo y esa fue siempre mi intensión y tú lo sabías, decidí quedarme
contigo todos los días de tu vida y de
la mía, hasta que llegara este día que sabíamos, todos venimos al mundo con fecha de
caducidad, te decía, pero nunca queremos
aceptarlo, pero debo agradecer todo el tiempo que nos dedicamos una a la otra, todas
las palabras de aliento, de amor, de identificación con la otra, todos los
cuidados mutuos, todas las caricias, todos los besos en exceso que nunca eran
suficientes, todos los abrazos por adelantado, gracias a Dios tuvimos tiempo.
Aunque ahora me aturda este peso que deja tu espacio vacío, el silencio solemne
de tu rezo, la fuerza materna de tus manos, el brillo de amor en tus ojos, y
ese hermoso y a la vez triste momento final de llevarme contigo en tu última mirada,
porque me elegiste a mi, y fue cuando se me rompió el alma, para quedar por siempre desgarrada, y aunque
deba andar cual remedo de espantapájaros al que nadie mira ni siente, soy feliz
por elegirme a mi, no podía ser de otra manera, mi amada Madre, tenía que ser
yo. Te amo.
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