Hace exactamente 2 meses, justo
antes que el virus que hoy nos pone en jaque, llegara al Perú, tuve que ser
internada de emergencia, por un mal que sin ser grave sí representaba un
peligro. Luego de una consulta médica me internan en una clínica, y aunque para
entonces todo era tan extraño, yo que nunca me había enfermando ni de una
gripe, que siempre fui muy fuerte y el soporte en todo momento para todos cuánto necesitaban de mi apoyo y acción,
no podía entender cómo había podido llegar a esa situación, a tan poco tiempo
de haber perdido a mi Madre y hermana, y ahora que mi padre necesitaba de mí,
realmente todo daba un giro en mi cabeza , pero como siempre me he caracterizado
por una mentalidad estoica y resiliente, así lo creo, y por supuesto que no ha
sido gratuita, es parte de toda la experiencia vivida y cada camino que elegí
en su momento y a cada paso, pienso que la practica del montañismo que realicé un buen tiempo, ha sido una maestra para la vida que ha fortalecido mucho en esta mirada de ver el otro lado del camino aun cuando no haya camino, pero ese es otro tema; pues este iba ser exactamente lo mismo, sin yo
saberlo una experiencia maestra sobre todo para la que vendría más adelante.
Los por menores de mi experiencia
personal, como emociones, pensamientos, el día a día con los males y estragos
de agujas sueros y demás, los narraré más adelante en otro momento, lo que
quiero contar y narrar en esta oportunidad es la experiencia que me regaló la
vida con este evento que para mí era incomprensible entonces, y se trata del
convivir casi 10 días con el personal médico, enfermeras, técnicos, personal de
limpieza, cocineros, nutricionistas, Farmacéuticos, personal administrativo,
vigilancia, etc., no quisiera olvidar de mencionar a ninguno.
Corrían los primeros días de
Marzo que me ingresan a emergencia, primero a observación, donde curiosamente
me recibe una doctora muy amable y aunque
siendo joven era visible su expertice médico, lo que me dio confianza de
saber que su decisión de internarme era la mejor, luego soy derivada a una Técnica
muy amable que se ocupa de llevarme a observación y prepararme mientras se me asigna la habitación de internamiento, La Joven Técnica que muy amable y risueña
me daba tranquilidad seguramente sabiendo lo que pasas por la cabeza de una
persona que queda internada, y más aun estando sola, esta joven que en su risa
sincera pude ver que había un dolor o preocupación oculta, conectamos casi de
inmediato, luego me contó en resumen parte de su vida, llegó joven a Lima
trabajó de empleada doméstica, estudió enfermería Técnica, logro un trabajo en
un consultorio particular y luego le recomendaron en esta clínica donde postuló con temor se ser rechazada ya habiendo renunciado al puesto anterior se jugaba el futuro, al poco
tiempo fallece su padre y meses después fallece su hermano más cercado, me
preguntaba porque el destino me tuvo que llevar a ésta situación para conocer a
una Joven que no tenía porqué y que me recuerda un poco de mi propia historia,
es entonces que entiendo que aunque uno puede ir con el alma rota, siempre hay
espacio para ayudar a alguien más, le regalo un fuerte abrazo, ese que le
faltaba hace 3 meses desde la partida de su querido hermano y de su padre, y sé que ella lo sintió,
porque yo también pude sentirlo.
Luego nos despedimos con la
promesa que me visitaría cuando pudiera, al piso de hospitalización que se me asignara, me quedo tranquila
sabiendo que en ese momento ella pudo sanar un pedacito de su alma rota, como
lo hice yo.
Luego en Hospitalización, me
reciben la jefa de enfermería, una enfermera de turno, y una técnica, que me
monitorean durante su turno, siempre con una sonrisa, y a cada visita conociéndonos
un poquito más.
Como dije antes los pormenores de
eso días los narraré en otro espacio, pero al cabo de casi 7 días y ya conociendo
todo los rituales del día, entre visitas médicas, chequeos controles, aplicaciones
de medicinas, recojo de basura, entrega de alimentos, visita de nutricionistas,
paso de vigilancia para ver que todo marchara bien, en fin, ya los conocía a
todos, bueno Todas, solo el personal de vigilancia y nutrición eran varones,
todo el personal era femenino, y es algo que me conmovió mucho, pude saber un
poco de sus vida, su problema de juicios de alimento con los padres de sus hijos, sus sueños y
expectativas, y recuerdo muy bien que un día se me caían las lágrimas al ver
las noticias de feminicidios, yo me preguntaba quién se atreve a asesinar o tan
solo agredir a una mujer , una mujer como la peruana que es luchadora aguerrida,
soñadora, ingeniosa, y siempre, siempre
iluminando el más nublado día con una sonrisa y con esa actitud de avanzada, y aun cuando mis lágrimas era por
todas ellas, las tantas mujeres incógnitas que trabajan día a día en diferentes
puestos sanitarios, saliendo de sus casa en medio de una gran encrucijada si regresarán de
vuelta o no a su hogares, y aun ante la amenaza de este mundo tan hostil como lo es para las mujeres, nada las detiene, ellas se
preocupaban por calmar mi tristeza, claro que no sabían la verdad, mis lágrimas eran por ellas, me conmovía tanta dedicación y con tanta carga sobre sus hombros. Seguramente suponían
que me pasaba lo que le pasa a cualquier paciente con muchos días interno, que les invade la angustia, el tedio, el cansancio, sí es cierto que todo eso sucede, pero ese no era mi sentir en ese preciso momento.
Pues bien, en medio de una casi
amistad que nació en la habitación 22 del 4to piso, dónde había nacido cierta
confianza entre las Enfermeras autoconvocadas, se reunían todas al cambio del turno y se
nos había hecho costumbre comentar algún tema, de si salió el sol, o cómo va la
economía, o si fueron a la playa, o si sus hijos quedaron con alguien más, o si
esta vez podrán turnarse para cenar, (había noches muy movidas, en las que ninguna
podía ir a tomar sus refrigerios), en fin, pero ya pasando la primera semana de
Marzo el tema era el Covid en China, sabían muy poco o nada, creo que yo tenía
más información porque me pasaba todo el día revisando los noticieros
internacionales, y para entonces el Virus era tan lejano, no dejaba de ser
impactante las imágenes, finalmente alguien estaba sufriendo aun cuando estaba
a millones de kilómetros de distancia, pues bien yo les informaba todo cuanto
me enteraba, y podía ir escuchando sus propuestas y barajando futuros procedimientos de llegar el virus al Perú.
Hasta que el día 6 se confirma el
virus en el Perú, y debo decir que el cambio fue inmediato, con lo que pude ver
a excelentes profesionales de los que me enorgullece saber que son peruanos, y
también muy sensibles seres humanos, en quienes pude ver el miedo instaurado, el
miedo genuino y que de ahora en adelante les acompañaría para largo tiempo, las
medidas de aseo si ya eran exigentes, se exageraron aún más, me hacían lavar las manos
10 veces más a los días previos, entre otras cosas, y desde entonces nuestras
acostumbradas reuniones que ya no fueron muchas, se centraban en el tema covid,
y que si ya se estaban realizando las pruebas, y que ya llegaron algunos
paciente Covid a la clínica y que aun con miedo tenían que seguir cumpliendo su
labor con el mismo esmero y alegría, y sin descuidar el más mínimo detalle
porque puede significar un error mortal no solo para ellas sino también para
sus familias, y así como monitoreaban a los pacientes, también entre revisiones
y monitoreos también monitoreaban a sus hijos si se lavaron las manos, si
cumplieron con sus obligaciones, si saben que ya no deben salir como lo hacían antes,
un sinfín de detalles que ahora sumaba a todo ese estrés propio de la vida
misma como las responsabilidades laborales. Y para no alargar mas la historia,
es que lo expongo porque he vistos el MIEDO EN SUS OJOS, VI CUANDO LLEGÓ EL COVID A SUS OJOS Y A SUS MENTES PARA QUEDARSE EN MUCHO TIEMPO, miedo en sus ojos pero más aun en sus
mentes, frotar sus manos con preocupación, hacer comentarios de cómo protegerse
más aun y todo el peso que recae sobre ellas de mantener la seguridad de los pacientes para evitar un contagio masivo que
sería funesto, he visto sus ansiedades, pero jamás las oí decir yo deserto, yo
abandono, yo no me quedo a asumir este riesgo, jamás intentaron dar un paso atrás
para nada, todas se preparaban a recibir a ese Covid con sus mejores armas, su
profesionalismo, su humanismo y es sonrisa que jamás las abandonó aunque sea
una sonrisa nerviosa a momentos, por todo ese proceso que significó para mí saber de sus angustias instauradas en sus mentes, desde la llegada del Coronavirus mis pensamientos no han dejado de estar con ellas y con
ellos ahora, esa otra familia que forme en tan corto tiempo y en circunstancias tan impredecibles, esas personas con
muchos rostros, cualquiera puede ser su nombre, pero siempre serán eso peruanos y peruanas de
garra y de lucha que jamás claudican, por ELLAS, por ELLOS, que se juegan la vida no desde el Covid, desde mucho antes luchando con un sistema salud en quiebra ya desde más de 4 décadas, es nuestra obligación moral brindarles nuestra gratitud y todo el apoyo posible para que puedan seguir realizando su trabajo de la mejor forma que lo saben hacer, por vocación y con una sonrisa y esperanza que muchas veces ya las van perdiendo, VAMOS PERÚ QUE EL VIRUS NO NOS VENCE!!! Y
QUE NUNCA HAYA UNA MENOS!!!
PosData: Lo único que lamento es que al haber
salido no hace poco de alta, pasé a ser una persona en riesgo hasta que todas
mis condiciones de salud se fortalezcan y restablezca el nivel óptimo de inmunidad, y esto hace que aun cuando desearía
mucho poder llevar alguna ayuda a estas personas y a otras que hoy la pasan
mal, no puedo permitírmelo por ahora, espero pronto y estar en condiciones de
organizar algún tipo de ayuda solidaria a tantos hermanos peruanos que hoy la
pasan muy mal. Solo les pido que RESISTAN!!! <3Nota: Las fotos del personal de la clínica son reales, pero referenciales, sin correspondencia de identidad.
Querida amiga, inimaginable que te contagiaran de COVID19. Espero ya estés totalmente curada. Acá en Mendoza, hay muy pocos casos y yo con mis 74 años muy cuidadosa de contagiar o contagiarme. Ruego a Dios que pronto pase y pienso que ya te han pasado muchas penas, para pasar por esta otra. Un enorme abrazo y Rezaré por vos y todo el Perú.
ResponderEliminarQuerida Graciela, no me contagié de Covid, mis circunstancias fueron otras, y mucho antes que llegara el virus a Perú, lo que narro es mi experiencia con el personal médico que ya temía que llegara el virus, de todas maneras gracias por tu preocupación, estoy muy bien, gracias, besos
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