En
Cuba encontré varios monumentos a Poetas, y eso me gustó mucho, creo que si
cambiamos los monumentos a héroes de guerra por monumentos a escritores y
poetas, la gente leería más. Bueno, creo. Vale intentar 😊😊 El hecho es que me
interesó conocer y sus obras y sus vidas, y fue una grata sorpresa, me gusta lo
que encontré. Aquí comparto algo de ellos.
JUAN
CLEMENTE ZENEA FORNARIS (1832-1871)
fue
un escritor cubano, al que se reconoce que ejerció gran influencia en la
literatura cubana al retomar el Romanticismo, marcando una nueva línea en la
poesía
hispanoamericana. Nació en Bayano, en 1832; murió fusilado en la prisión
militar de la Cabaña, el 25 de agosto de 1871, con 39 años de edad. Zenea es un
poeta romántico de tono Zenea y en 1860 Cantos de la tarde. En 1871, se
publicaron las 16 composiciones elegíaco y melancólico. En 1855, se publicaron
las Poesías de Juan Clemente llegaran a
poder
de su esposa sin título. Enrique Piñeyro quien se encargó de que Zenea
escribiera en la prisión con el título de Diario de un mártir y que publicación
fue quien puso título a cada una de las composiciones y el poeta con el de
Poesías póstumas, el colombiano Rafael Pombo las corrigió y enmendó. En México
se publicaron las últimas poesías de Zenea bajo el título de Álbum de un
moribundo y en España.
Diario de un
Muerto
II
Si después
que yo muera,
al hogar de
un amigo
mi huérfana
infeliz y pordiosera
llega
implorando protección y abrigo;
y albergue
hospitalario
encuentra en
sus desgracias,
yo saldré del
sepulcro solitario
y al buen
amigo le daré las gracias.
FIDELIA
Et dans
chaque feuille qui tombe
Je vois un
presage de mort.
Millevoye
¡Bien me
acuerdo! ¡Hace diez años!
¡Y era una
tarde serena!
¡Ya era joven
y entusiasta,
pura, hermosa
y virgen ella!
Estábamos en
un bosque
sentados
sobre una piedra,
mirando a
orillas de un río
como
temblaban las hierbas.
¡Yo no soy el
que era entonces
corazón en
primavera,
llama que
sube a los cielos,
alma sin
culpas ni penas!
Tú tampoco
eres la misma,
no eres ya la
que tú eras,
los destines
han cambiado:
¡yo estoy
triste y tú estás muerta!
La hablé al
oído en secreto
y ella
inclinó la cabeza,
rompió a
llorar como un niño,
y yo amé por
vez primera.
Nos juramos
fe constante,
dulce gozo y
paz eterna,
y llevar al
otro mundo
un amor y una
creencia.
Tomamos,
¡ay!, por testigos
de esta
entrevista suprema,
¡unas aguas
que se agotan
y unas
plantas que se secan!...
¡Nubes que
pasan fugaces,
auras que
rápidas vuelan,
la música de
las hojas,
y el perfume
de las selvas!
No
consultamos entonces
nuestra
suerte venidera,
y en alas de
la esperanza
lanzamos
finas promesas;
no vimos que
en torno nuestro
se doblegaban
enfermas
sobre los
débiles tallos
las flores
amarillentas.
Y en aquel
loco delirio
no presumimos
siquiera
¡que yo al
fin me hallara triste!
¡Que tú al
fin te hallaras muerta!
Después en
tropel alegre
Vinieron
bailes y fuestas,
y ella expuso
a un mundo vano
su hermosura
y su modestia.
La lisonja
que seduce,
y el engaño
que envenena,
para borrar
mi memoria
quisieron
besar sus huellas;
pero su
arcángel custodio
bajó a cuidar
su pureza,
y protegió
con sus alas
las ilusiones
primeras;
conservó sus
ricos sueños,
y para gloria
más cierta
en el vaso de
su alma
guardó el
olor de las selvas;
guardó el
recuerdo apacible
de aquella
tarde serena,
¡mirra de
santos consuelos,
áloe de la
inocencia!...
Yo no tuve
ángel de guarda,
Y, para colmo
de penas,
desde aquel
mismo momento
está en
eclipse mi estrella;
que en un
estrado una noche,
al grato son
de la orquesta,
yo no sé por
qué motivo
se enlutaron
mis ideas;
sentí un
dolor misterioso,
torné los
ojos a ella,
presentí lo
venidero:
¡me vi triste
y la vi muerta!
Con estos
temores vagos
partí a
lejanas riberas,
y allá bañé
mis memorias
con una
lágrima acerba.
Juzgué su
amor por el mío,
entibióse mi
firmeza,
y en la duda
del retorno
olvidé su
imagen bella,
pero al
volver a mis playas,
¿qué cosa
Dios me reserva?...
¡Un duro
remordimiento,
y el cadáver
de Fidelia!
Baja Arturo
al occidente
bañado en
púrpura regia,
y al soplar
del manso Alisio
las eolias
arpas suenan;
gime el ave
sobre un sauce,
perezosa y
soñolienta,
se respira un
fresco ambiente,
huele el
campo a flores nuevas;
las campanas
de la tarde
saludan a las
tinieblas,
¡y en los
brazos del reposo
se tiende
naturaleza!...
¡Y tus ojos
se han cerrado!
|Y llegó tu
noche eterna!
¡Y he venido
a acompañarte,
y ya estás
bajo la tierra!...
¡Bien me
acuerdo! Hace diez años
de aquella
santa promesa,
y hoy vengo a
cumplir mis votos,
¡y a verte
por vez postrera!
Ya he sabido
lo pasado...
Supe tu amor
y tus penas,
y hay una voz
que me dice
que en tu
alma inmortal me llevas.
Mas... lo
pasado fue gloria,
pero el
presente, Fidelia,
el presente
es un martirio,
¡yo estoy
triste y tú estás muerta!
Diario de un
Muerto
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