sábado, 7 de octubre de 2017

Semblanza del vino


¡Vino,  Néctar sagrado!
que curas las penas,
hidratas recuerdos ,
fermentas tristezas.
¿No dicen acaso? ,
que no hay celebración
más torcida y áspera
si no tienen en mano
una copa de Vino,
un vino de antaño,
Un vino que nace
del corazón del padre
que alimenta a la prole
con uvas selectas
de tierras Iqueñas.

El mosto fermenta  
al calor de la ronda
Humana y fraterna,
porque el vino que se bebe  en mi mesa,
es fruto de amor y  trabajo
sapiencia de antaño
que nos dejó mi abuela.
Sus piececillos añejos
Danzan la fiesta
donde la risa es la sepa perfecta.
el  destilar se  acompaña
Por historias que solo
mi abuela sabía contarlas.
(Y ahora mi madre las cuenta).
 Trasiega la crianza
con delicado cuidado,
como si sus manitas tomaran
algún fulgurante rostro
de los que ahí pugnamos
entre abejas y  moscas,
rondando y rondando.
Y pienso, tal vez sin cálculo
nos daba a beber el néctar más dulce
de amor al esfuerzo,
pasión por los suyos, y por los ajenos,
hallábase ahí la enjundia
 de nuestras garrafas,
sin que nuestros labios cataran
una gota del tinto, nacido del alma.
Hoy, cada vez que  sostengo
En mis manos, una copa de vino
Un  tinto muy dulce que
Roba el amargo a los años
lejanos.
No preciso beberlo,
me embalsa su  aroma
ya siento, manzanos, borgoñas, 
y dulces recuerdos.
Ahí están ellos (mi padre, mi madre y mi abuela)
entre  sepas de merlot, Cabernet- Sauvignon
saboreo sus semblanzas,
Su lección…y  ahora su ausencia.
¡Déjenme sola!
Con mi  copa de vino,
quiero un vino muy tinto
que cuando lo beba
me sepa a familia

y embriague mis penas.

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