lunes, 8 de febrero de 2021

DECIMOSEPTIMA CARTA A MADRE: MADRE CUMPLI UN SUEÑO, PERO DUELE DENTRO.

 


                                                                                             Año II de la Pandemia  - 13 Febrero, 2021          

QUERIDA MADRE:

                                      ¿Te acuerdas que solía decirte, que yo quería ser médico?, pero no un médico ortodoxo, y también te lo decía. Yo quería abrir una clínica sui generis, una donde se recibiera a todas las personas y se las tratara como tales, pero en especial se albergara a las personas de bajos recursos, donde les regresemos la esperanza de una oportunidad para recuperar la salud, agotando todos los esfuerzos, no verlos como una billetera a la que debamos asaltar; y devolverles la confianza en la humanidad, además un lugar donde se les ayude a crear su oportunidad para salir adelante generando sus propios recursos, ya tenía todo planificado para desarrollar ese proyecto hasta cuando tuviste que irte y todo mi mundo quedó eclipsado, no pude hallar la luz por mucho tiempo y cuando ya casi lo lograba o al menos tomé la fuerza para intentarlo, llegó la pandemia para frustrar todos nuestros planes, y vi con tristeza cómo este sueño se iba diluyendo en esta dura realidad, y justo ahora que nos golpea con toda su furia el intruso virus llegado de Asia. Cuánto habría ayudado contar con este lindo proyecto operativo en esta dura circunstancia.

Como me conoces bien, no puedo mantenerme al margen en una situación de tal envergadura, donde los más golpeados son justamente la personas más inocentes de toda esta catástrofe nacional y mundial.

Al principio fue desconcierto, ¿Qué era este virus?, ¿Cómo entra a nuestras casa y a nuestros organismos? , ¿Qué hacer para salir librado una vez contagiado?, ¿Cómo tratarlo para evitar que llegue a un estado grave y se lleve las vidas de familiares, amigos, compatriotas?, además de los otro problemas, como el desempleo, el hambre, la escases de oxigeno y el lucro desalmado, las medicinas por los cielos, en fin, eran muchos los problemas que se nos presentaban, y yo sólo tenía una pregunta en la mente "¿cómo puedo ayudar a toda esta gente?, pensé entregar víveres, prepara alimento, pero en este momento, estamos hablando de Marzo, Abril, Mayo, Junio del 2020, cuando yo me contaba en el grupo de los vulnerables por una caída repentina de mi salud previo a la llegada del virus, bueno esa es otra historia que ya te la había contado. Entonces no podía arriesgarme a contraer el virus, además por la salud de Papá.

También pensé en armar una planta de Oxigeno, pero luego se informarme, una planta completa requería de espacio y un buen presupuesto, con los que no contábamos, por lo que desistimos, al menos por ahora.

Luego pensé en cómo la salud mental de toda la gente se estaba degradando, todas las personas, entre el encierro y las tensión por la amenaza del enemigo, entonces pensé que podría animar a las personas recitándoles poemas dedicados por sus familiares, en especial a los adultos mayores, quienes estaban sufriendo más los estragos del encierro, sobre todo ahora que ya estábamos en fechas próximas a navidad, una fecha muy sensible para todos. Pero la preocupación de la gente era: ¿Qué comer mañana?, ¿Cómo financiar un balón de oxigeno?, conseguir una cama UCI para su familiar tan querido que veía cercana la muerte, y nosotros sabemos muy bien de eso madre, así que desistí de la idea, al menos por ahora.

Pero no me sentía tranquila saberme sana yo y los míos (dentro de lo que cabe la seguridad, porque nadie esta libre de ser contagiado), mientras afuera se desataba la más cruel guerra de todos los tiempos, mientras unos peleaban por un poco de oxigeno, otros sólo pensaban en llenarse los bolsillos, todo muy injusto madre.

Pero pronto la Divinidad que siempre está atenta me dijo, ahora quiero verte actuar, y mi hermana menor cayó victima del Covid-19. ya podrás imaginar la impotencia de no poder hacer mucho, ya habíamos entrado a la segunda ola y en consecuencia el gobierno nos puso en cuarentena, lo cual impedía que cualquier posibilidad de viaje a ver a mi hermana quien se encuentra fuera del Perú; yo sólo podía escuchar tu voz diciéndome "ayuda a tu hermana", como cada vez que alguna de mis hermanas estaba en problemas, siempre me pedias que las ayude, tú me tenías fe y tu fe me hacía fuerte.

En mi afán de protegerlos a Papá de que se preocupen y les afecte emocionalmente, como también lo hacía contigo, decido hacerme cargo del monitoreo de mi hermana y su familia, y aquí debo agradecer a Dios, esa fuerza superior que lo gobierna todo y todo lo hace en los tiempos justos, y a ti mi querida Madre, es cuando entendía que las cosas suceden por un fin superior a nuestro entendimiento, recién aquí entendía para qué y por qué pasamos por tanto contigo y con mi hermana mayor, me prepararon para este momento, para aprender a fortalecerme en la desesperanza, para aprender de medicina y el tratamiento de las enfermedades respiratorias que es precisamente donde más estragos deja este virus. 

Me dediqué a monitorear a mi hermana, vía telefónica, trataba de transmitirle calma y seguridad aunque moría de angustia por dentro, y muy segura como si lo hubiera hecho antes, le dije, - Hazte los análisis y me vas hacer caso a mi, te voy a decir como te vas a tratar cada día, me vas a reportar tus síntomas cada hora del día. y así lo hicimos.

Podía sentir su angustia, su miedo, pero sabía que confiaba en mi, y eso es un arma de doble filo, si bien estaba segura de que haría lo que yo le dijera al pie de la letra, también sabía que si algo fatal sucedía no me lo iba a perdonar, pero asumí el riesgo, porque es como debe de ser, en la vida siempre debemos asumir nuestras responsabilidades y los resultados de nuestros actos.

Fueron cuatro días angustiantes, bueno los más angustiantes, no dormí y sé que ellos tampoco, sentía su agitación y me mataba la incertidumbre si al día siguiente estaría mejor o no. Al final del quinto día, las cosas resultaban bien para mi tranquilidad, no se deterioraba su salud, y la mejoría era mínimamente, pero nos alentaba a seguir. Yo confiaba que había aprendido todo lo necesario para tratar una bronquitis, y una neumonía en su estado inicial, y de complicarse un poco también podía acudir a los sabios consejos de Papá, él es un excelente autodidacta, y sabe mucho de medicina, de hecho yo aprendí de él, como muchas de los otros oficios que también los aprendí de él. Pues bien, así fueron avanzando los días, y luego de agenciarnos de todo cuanto tuvimos a mano. Al ver la evolución de la salud de ella y su esposo, fuimos retirándoles las medicinas, y les dejamos solo con medicamentos de mantención, para finalizar con tratamiento de recuperación.

Ya con la tranquilidad de haber ayudado a salvar la vida de mi propia hermana y su familia, me cuestioné de por qué no hacer lo mismo aquí ayudar a los amigos que no tenían la suerte de conseguir una cama, un médico, una enfermera. Es así que cada vez que me enteraba de algún conocido que había sido contagiado, me comunicaba con algún familiar o con ellos mismos, y les explico todo el proceso, primero les doy calma para que sepan que tienen dos posibilidades y no sólo una como creen, que es la muerte, no. Tienen la otra posibilidad y en mayor proporción que es la recuperación.

Luego de que aceptan mi ayuda les empiezo a hacer preguntas de su condición y otras enfermedades, después empiezo con el tratamiento, minuciosamente controlado, muchas veces sin dormir para ver los síntomas o efectos secundarios, luego seguimos día a día y según van evolucionando vamos reduciendo los números de controles (lo que significa para mi, poder dormir), porque con el tiempo he llegado a tener hasta cinco pacientes monitoreando al mismo tiempo, y eso también me ha cobrado la factura, mi salud emocional como física se  han visto afectadas,  y es porque los veo como un familiar, para mi no son un numero más, son personas a las que quiero aun sin conocerlas y sus vidas me importan, sin nada a cambio, ni yo se los he pedido ni ellos me lo han ofrecido, es solo voluntad de un lado  y confianza del otro.

Debo decirte Madre que de alguna manera he cumplido este anhelo mío que como bien sabes nació desde la adolescencia y sin proponérmelo se ha hecho realidad y me siento feliz de haber podido ser útil para estas personas. También soy consciente que si quiero seguir ayudando debo recuperar mi salud física, pero sobre todo la emocional, es muy fuerte todo lo que se está viviendo en estas fechas.

Pero cuando empiezan a flaquearme las fuerzas, solo pienso en ti y Silvia, mis dos guerreras, nunca les vi tirar la toalla, nunca una lágrima de desesperanza, y me fortalezco al recordar sus miradas, sus risas y sentir nuevamente sus abrazos. no sabes madre lo grandioso que fue haberte revelado todos mis sueños como este de ser "médico" porque solo así los tengo presente y no puedo olvidar tu palabra de aliento y empuje " si tú quieres hazlo, querer es poder". Te amo Madres, no sabes cuanto sigues guiando mis pasos y dándome las mejores lecciones de vida, nunca podré pagarte todo lo que hiciste por nosotras y continuas presente en todo momento. Mi corazón va contigo y tu habitas en mi pecho.

sábado, 6 de febrero de 2021

CARTAS A MI MADRE: DECIMOSEXTA: RETORNO A LAS OFICINAS EN PANDEMIA 2021

                                                                          II  Año de la Pandemia; 25 de Enero de 2,021


Querida Madre: 

                        Después de diez meses de trabajo en remoto, he regresado a las oficinas, qué nostalgia de los tiempos idos, cuando todos los lugares estaban copados, murmullos, risas, conversaciones,  una cuchara removiendo el té caliente, pero no más cálido que los consensos alcanzados al final de una larga discusión.

Me ha invadido la tristeza, ver el silencio de los escritorios, todo habla de un tiempo pasado, detenido y con fecha efeméride, 16 de marzo 2020.

Cuadernos,  informes,  oficios, reportes, acuerdos impresos, lapiceros en reposo, suvenir de algún viaje anhelado, accesorios de apoyo, algún recuerdo, muñequitos, juguetes,  evidencia de una amistad que hoy se refugia bajo otro techo, las sillas vacías que tal vez al volver extrañe su dueño.

He visto a algunos de mis amigos, con la alegría de saberlos sanos y aún salvos, y la melancolía de un abrazo suspendido,  solo una mirada que dice ¡te quiero, y estamos vivos! Y luego una leve sonrisa, tímida, porque no queremos ofender a ese enemigo con nombre propio, (Covid19).

Estos tiempos de pandemia sí nos ha cambiado, hoy decimos cuídate, no más, como una frase cliché, lo decimos con el corazón,  con el genuino deseo de volverte a verte al final de todo esto,  en tanto sólo un choque de puños (que es la mayor muestra de aprecio), un cruce de miradas, (que es lo único que se ve), y mil sentimientos flotando en el espacio alrededor de este encuentro.

El miedo ya es nuestro aliado, es lo que nos puso en alerta la noche anterior para prevenir toda posibilidad de ser un número en las estadísticas , solo un número,  ni siquiera un nombre, un título, un parentesco, todo se desvanece ante la muerte.

Ante esta imagen premonitoria,  tomo dos mascarillas (le cerramos todas las puertas al intruso), un protector facial, alcohol, y mucha atención, segundo a segundo.

Y salimos a enfrentar al virus, verle la cara y que vea la nuestra,  de temor sí ,  seguramente,  pero también de decisión y valentía, hoy día en el que el valor está fortalecido,  nos hemos hecho valiente a fuerza de la necesidad y sin más opciones,  y salimos a darle la cara al virus mortal.

¡Sí, valiente!,  porque hay que serlo para asumir la responsabilidad de cuidarnos y cuidar al otro, ser valiente de saber que si te contagias no hallarás más responsable que al que miras en el espejo, nadie morirá tu muerte, nadie se ahogara en tu asfixia,  nadie recordará tu nombre y si usaste la mascarilla o te expusiste a un metro de tu inexistencia, o si desanimado pero con la frente en alto tengas que asumir la mala racha de haber sido contagiado.

Hoy solo podemos ser valientes.



Pero también me invadió el orgullo,  de volver a ver esos rostros que conocía y veía a diario, y que hoy han sido reemplazados por los de nuestras familias, a quienes vemos todos los días y  casi ya no reconocíamos.

Esos rostros que ya  los sabía de memoria,  y los reconocía , a estas alturas, sólo por sus pasos.  Volver a ver esas miradas detrás de la voz que en reuniones de Teams (herramienta de internet para  realizar reuniones de audio y de Video que se usan en estas épocas),  sacamos adelante grandes proyectos,  saberlos que a pesar de la distancia,  del claustro, seguimos juntos, empujando el triciclo hacia la meta, quien nos hubiera dicho que lograríamos todo  lo alcanzado,   le hubiéramos dicho:

¡Estás loco,  somos tercermundistas!,

En pandemia no todo ha sido malo, nos ha demostrado que tendremos una economía tercermundista, pero somos personas y profesionales de primera, y que nuestra capacidad de soltar diferencias y tomar coincidencia es tan grande, que la voluntad siempre estuvo ahí, pero hacía falta una pandemia.

Hoy sabemos que no es sólo diplomático decir que somos una familia,  realmente lo somos   con sus buenos y malos ratos, con sus penas y alegrías, también hemos llorado a los nuestros.

Y si mañana no estamos,  sabemos que ya hicimos historia, aunque ésta no hable de ello,

Solo nosotros sabemos todo lo que logramos en estos 315 días, y contra todo lo que luchamos,  sabemos  del camino que nos queda por recorrer, para el que estamos preparados, porque ya pasamos por tanto, y si no lo estamos,  lo inventamos.

Pero en este barco...¡nadie se rinde, nadie bajará las velas!.  💪🇵🇪

Dedicado a todos los que seguimos en la lucha por la vida con responsabilidad  y solidaridad,  y en memoria de los que  partieron y dejaron su estela, no los olvidamos.  🌹