jueves, 27 de febrero de 2020

QUINTA CARTA A MAMÁ: LA MEJOR HERENCIA, TU GATO




Querida Madre:

Es impredecible cómo se van resolviendo las cosas, pero lo que no es impredecible es tu enorme sabiduría, yo no sé si tú lo sabías, pero lo mejor que has podido heredarme es tu gato, sí ese gato ingrato, soberbio, llamado GATO.

Tú sabias bien que de todos los animales domésticos, el gato no es de mis favoritos, pero justo a mí tenias que encargarme su cuidado, dadas las circunstancias yo accedí con la mejor voluntad aunque sin la debida conciencia, mi decisión fue rápida, impensada.
y aunque al principio no lo niego, me generaba cierto conflicto tener que atender a un animal ingrato, que solo venía para que lo alimente y se iba sin dar señales de gratitud, como es el caso del perro a que estoy más acostumbrada, pero aun así lo alimentaba con la mejor voluntad y preocupación porque lo hacía por ti, por tu amor a ese animalillo soberbio, que yo creía, incluso he destinado una parte de mi presupuesto  para su alimento y hasta lo he defendido ante la amenaza de Papá y mi hermana de regalarlo porque ellos tampoco son amantes de los gatos.
Lo he defendido con las garra de un felino, como si fueras tú misma, y poco a poco he ido observándolo, y me he dado cuenta que no sabía nada de los gatos, tú tan sabia como te lo he dicho siempre y aún ausente me has enseñado grandes lecciones al dejarme a cargo de este animalito que ahora he aprendido hasta quererlo.
Como lo dije antes, no sabía nada de los gatos porque nunca me di la oportunidad de conocer uno, nunca tuve un gato, oí tantas historias acerca de los gatos que me rehusaba a tener uno, y aunque siempre hubo un gato en casa, nunca lo observé, eramos indiferente mutuamente, creo que tengo más del gato de lo que me imaginaba.
pues lo he visto solidarizarse contigo, me ha sorprendido lo leales que pueden ser, se despidió de ti incluso ingresando a la habitación donde nunca se le había permitido ingresar, a sabiendas o intuyendo que le podría caer una reprimenda, y que quedó cual soldado en guardia por largas hora, ese fue un hecho que más me conmovió, lo he visto  compungido por tu partida, triste, se aisló al sentir que su protectora ya no estaba, y no quería bajar de su lugar predilecto, tardó un poco para tenerme confianza, al principio bajó después de casi dos semanas que se alejó de todos, lo mismo que nosotros, también se fue a procesar su tristeza, y cuando le daba su alimento, no se acercaba al plato hasta que yo me alejara, entendía que la culpa fue mía, nunca le dí la oportunidad de conocernos y respeté su proceso, luego cuando ya habíamos establecido un lazo de tolerancia y planteamos nuestros roles, ahora ya baja y hasta me pedía a maullidos su comida, eso me sorprendió y entendí que ya eramos amigos, luego cuando le daba la comida,  pasaba su frente por mi mano, y cuando no lo hacía no comía hasta que yo acercara mi mano para el ritual que entendí era de gratitud,  y me di cuenta de cuan equivocada estaba, no eran tan ingratos como pensaba.


Ya cuando teníamos confianza y yo creo que hasta cariño, él bajaba de su guarida solo cuando yo llegaba a casa, todos los días después del trabajo y los fines de semana que me quedaba en casa, lo veía ahí cerca a mi, maullando por comida, pasando por entre mis piernas frotando su pelaje, ya hemos fortalecido nuestros lazos de amistad, cariño y respeto, sabe que no puede ingresar a mi habitación, y yo que tiene un horario de alimentarse y no cuando me acuerde o tenga ganas, ya he descubierto que le gusta mucho las galletas de sardina y salmón, y le cae mal las de carne.
Mami, no sabía ni siquiera  intuí lo que estabas haciendo cuando decidiste encargar  tu Gato a la hija menos confiable para ello, pues me dejabas las más grandes y bonitas lecciones.
He aprendido que debo eliminar los prejuicios aprendidos, que siempre todos nos merecemos al menos una oportunidad, que nuestras muestras de afecto pueden ser distintas, pero siempre que son sinceras  serán bien entendidas, que todo lo que se da con amor genuino no espera recompensa, la misma entrega ya es una recompensa y que cuando nos abrimos a los otros seres, ellos también son recíprocos, si bien muchas de estas lecciones ya las tenía aprendidas desde pequeña, pero aun tenía mis propios prejuicios y nos los veía, me has abierto los ojos del entendimiento y del corazón, mi amada Madre.






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