miércoles, 1 de noviembre de 2017

PARÍS, UN SUEÑO HECHO VERDAD!

Francia y en especial París siempre fue para mí esa cuna que arrulla el alma, ese propio aire que oxigena las ideas, ese agua que calma todas las sedes, no sabía por qué, solo sabía que así era, irracional, puramente sensibilidad. Me cuenta mi madre que a los 3 años (como que a los tres años pasaron muchas cosas, me rebelaba y eso si lo recuerdo bien), solía decirle que tenía que ir a París, que alguien me esperaba, que era mi otra casa, mi verdadera casa y que debía regresar, eso, la verdad no lo recuerdo, pero mi madre, según fui creciendo me decía ¿y cuándo vas a París?, tanto que me lo decías de chica, no sé de donde sacaste eso, ¿Qué hay en París que te gusta tanto desde los tres años?, y ahora ya grande yo le respondía, ¿Qué no hay en París?, París lo tiene todo, todo lo que me hace feliz, y es que después con los años caminando (o corriendo)  y me iba encontrando con la poesía, la música el arte en general, iba envolviéndome toda la aura imaginaria que uno se inventa y termina creyéndose de los poetas y artistas a los que fui llegando de a poco, con las clases de arte y de historia en el cole;  y con Vallejo fui llegando a ellos, a cada uno de los poetas francés, y entonces racionalicé mi anhelo de ir a París y se lo atribuí al arte, al deseo de envolverme en esa atmósfera de Baudelaire, de Moliere, de Monet, de Édith Piaf , entre otros,  llegado el momento, fue distinto; pero fue mejor, y volví al origen, ya no hay  razón, como a los tres y 5  años, solo es una sensación, de llegar a casa.





Mi encuentro con París fue sublime y creo que fue perfecto, fuimos París y yo, me alegro  de haberla visto como la vi, dicen que la primera impresión es la que cuenta y marca; y la nuestra fue la mejor, sin guías a veces impertinentes, sin tours acelerados, sin shows, sin nada de eso que distrae y se interpone a la sensibilidad, al menos así lo creo y mejor aún con la noche que es ese lugar donde pasan las mejores cosas.
Bien, salimos del hotel con toda prisa sin siquiera abrir las maletas ni mudar la ropa con total impaciencia de no perder un minuto, salimos porque íbamos a ser 4 y luego se sumaron más amigos latinoamericano (que en otro continentes son hermanos) que querían acompañarnos, y bien eso era bueno, hacer nuevos amigos. Ingresamos al subterráneo, me dirijo a la ventanilla, le pregunto si le puedo hablar en español, me dice que no, solo inglés o francés y como mi francés va a pasos más atrás que mi inglés, pues lo hago en inglés, le pido tickets para dirigirnos a la torre Eiffel, me indica que debemos hacer una conexión en la estación Republiqué, me encantó oír "Republiqué"  en buen francés, como lo leí en los pasajes de la revolución francesa y todo ese mito del despilfarro de María Antonieta, luego "la femme" continuó indicando que debemos bajar en la estación Trocadero, eso me sonó fuerte, feo, extraño, como un lugar prohibido, así que volví a preguntar Trocadero?, oui Trocadero, respondió. Digo Merci beaucoup! y nos enrumbamos, luego de experimentar esa sensación de misterio, extraña de recorrer los corredores del subterráneo que a ratos parecían túneles de escape para huir y salvar la vida , lo que me hizo recordar los pasajes de la huida de Jean Valjean de "Los miserables" obra cumbre de Víctor Hugo,  finalmente  llegamos a Trocadero, al salir de la estación fue como una ligera decepción por unos segundos, por la noche que parecía más oscura que las noches nuestras, pero como vamos con la esperanza y los sueños bien sujetos de la mano, pues seguimos y digo al grupo: lleguemos a la esquina a ver si encontramos algo por ahí, no termino de dar el quinto paso cuando la veo ahí, erguida, fuerte, ardiente, llameante, hidalga, esperándome parece de hace rato, pero como si recién hubiera llegado es decir sin cansancio, hasta creo que le vi el rostro, y sentí su alegría de verme, porque yo estaba invadida por una felicidad juguetona, inquieta, libre, y no me reprimí nada y no quería tampoco, ni el grito, ni el júbilo, ni la danza, ni el canto, ni el... ni el llanto, porque lloré, porque mis lágrimas corrieron sin permiso, porque había llegado a casa, porque le podía decir ahora a mi madre que ya fui a casa y que todo está bien, que ya dejó de ser un sueño, que ya dejó de ser un anhelo, un imaginario. Y fui feliz, ¡Ahora si llegué a Europa! Nunca olvidaré esta fecha y este momento, 12 de Octubre del 2017.



"La poesía, el arte late en mi ser, pulsa mi sangre, infesta mi tuétano, por lo que toda yo estoy contaminada de arte, y mis células madres no pueden salvarme".









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